Retrato de las memorias

La serie se basa en los retratos familiares en forma de instalación que parte desde el bodegón y termina en una interpretación post-fotográfica del retrato clásico. El hilo conductor son las flores que identifiquen a las personas involucradas y el diálogo intergeneracional. Mi interés es incluir lo material (manual) que ha sido parte de la historia del arte en mi familia para incluir la fotografía como una nueva herramienta que también crea memoria.

Las piezas consisten en seis retratos deconstruidos con varias imágenes bajo composiciones similares de montaje. Incluyen a mis bisabuelas, mis abueles, mi madre y yo. Cada bodegón es una construcción de mi memoria que busca honrar mi relación con esa personas. Este proyecto lo hago residiendo fuera de mi país, lugar donde están o han estado estos seres queridos. A lo lejos, mis recuerdos son lo que me hace sentirles como una confortante compañía.

Natalia

Mi abuela Natalia dormía rodeada de figuras del Sagrado Corazón de Jesús. Crecí con ella —la madre de mi abuelo materno— y me enseño sobre el bordado, las flores, la culpa, la tristeza y mucho más. Pasamos las mañanas en otro mundo donde la tecnología tardaba en llegar, todo paraba a medio día para rezar, donde había música tanto como llanto.

Me cuidaba al punto de pelar la uvas verdes y los higos para mi disgusto por las cáscaras. Mil historias, canciones y anéctodas tengo, y sería complicado compartirlo todo. Solo quiero dejar claro que Natalia fue mi base, para lo lindo y lo no tan agradable de la vida.

Luisa

Nunca conocí a mi abuela Luisa. Ni conocer en persona, ni saber de ella hasta hace un año. Un tío lejano compartió fotos de ella con la familia por redes sociales y las guardé. Hablaban de la “apo”, nuestra versión familiar de decir abuela, una que hasta ahora no sé de dónde viene (no es mandarín, ni cantones). Luisa —la madre de mi abuela paterna— cruzó un océano, como yo.

Nuestros movimientos migratorios son muy diferentes, pero conecto con su energía de resiliencia, esa que se debe tener para volver a empezar. Lejos de nuestro lugar de nacimiento, nos reconstruimos entre sabores conocidos, recuerdos culturales, nuevas costumbres, así como el olvido y el silencio.

Martha

En un simple (tal vez demasiado) resumen de mi relación con mi abuela materna Martha puedo hacerlo en dos partes. Durante mi niñez, fue todo muy distante. Aunque vivimos juntas, no llegaba a entender su dureza y por qué en vez de “abuela” siempre prefirió “Mamamartha”. Cuando comencé terapia algo comenzó a cambiar. Poco a poco nos fuimos acercando.

Conocí su apoyo y su ilusión por conectar. Aunque todavía habían momentos duros, malentendidos y enojos, no perdí la ilusión de ir los domingos a pasar el día en su casa. En la universidad a veces llegaba con apuntes, con tareas y siempre estaba abierta a apoyarme en cualquier tema que investigara. En el almuerzo, nunca faltaba la palta y tomate trozado con su sazón. Siempre me escucha con mi tono bajo y posturas progresistas. Hasta el día de hoy, nuestras conversaciones son desde el entendimiento y un acompañamiento emocional que siempre agradeceré.

Juan Carlos

Contar la historia de mi abuelo materno creo que siempre será mi mayor reto. En vez de resumir, escribiré solo una parte, tal vez la que tengo mejor procesada. Mis principales recuerdos de mi abuelo están asociados a la música que escuchaba y su humor. Él fue el más alto de la familia, el del mejor bigote, quién escuchaba música cool (como los Enanitos Verdes o los Fabulosos Cadillac) y el que te sabía sacar una sonrisa.

Toda su maravillosa presencia contrasta con una sombra que cargaba adicciones y tristezas largo tiempo ocultadas. Su llegada a casa significaba caramelos de café y otras delicias colombianas —Colombia fue su segunda casa—. También le acompañaban cigarrillos y unas enfermedades que solo pudimos comenzar a comprender cuando fue demasiado tarde.

Gisella

Hacia el mundo mi madre se lee como una madre muy joven (me tuvo a los 19). Con frecuencia nos dicen hermanas y estoy segura que les pasa a muchas más personas. Cada una tiene una personalidad muy diferentes, lo que ha causado muchos conflictos de los que rescato el aprendizaje continúo sobre tolerancia y límites. Entre una decena de mudanzas, algunas entre ciudades y países, mi madre se volvió un especialista en estructurar la calidez de un hogar.

Nunca sabré todo lo que tuve que atravesar como madre soltera, ella se encargó de que en mi memoria quedaran más los postres, olores de velas de Bed, Bath and Beyond y los viajes a Home Goods.

Sophia

Me incluí en este proyecto por dos razones. Una es porque en mi trabajo como retratista ha sido crucial ponerme en el lugar del retratado para entender por completo el proceso. La otra es que he aprendido a dar más espacio a la relación que tengo con mí misma.

En la composición implemento los elementos que más me reconfortan en la vida. Cualquier día, estaré mucho mejor con una empanada, limón y manzanilla. Además, calma, comida, juego y llanto son las claves de mi balance.

Las referencias

Desde una mirada más técnica, los referentes de estos proyecto son exponentes de la postfotografía como Robert Shoe y Joan Fontcuberta. Además, existe una base en el trabajo de investigación desde la antropología visual realizada por Mercedes Figueroa, en tanto a su exploración de los álbumes familiares y su capacidad de visibilizar los  procesos dolorosos de cada familia. Y la visión de la fotografía como documento subjetivo, es decir una base para una memoria viva subjetiva y de valor para el análisis, es rescatada las teorías de Susan Sontag y Georges Didi-Huberman en sus respectivas obras.