Cuerpo e ira
Habitar y sacudir la ira es un trabajo que no acaba. Desde las fibras del cuerpo emana una sensación de tensión y des-tensión que contagia porque libera. Mis primeros encuentros con la ira me tomaron por sorpresa desde la inconsciencia. Con una voz que apenas se escucha, era lo más lejano a mi característica y aprendida timidez. Rabiar ha sido un elemento sanador colectivo que se ve desde lejos, ajeno y, con frecuencia, es rechazado. Lo que llamamos enojo o fastidió, frustración, todo se confabula para incomodar y llamar la antención a eso que básicamente nos molesta. Frente a infinitos estímulos externos, sale desde lo más profundo. ¿Cuánto tiempo lo cuestionamos? ¿Lo llegamos a cuestionar? Desde la foto hasta la aguja, está la propuesta visual y textual de mirarnos todas las veces que sean falta para un buen vivir —sacando todas las capas.